sábado, 5 de abril de 2008

Vista al pasado de la Industria


Antes del 9 de julio de 1962, fecha de la primera colada de acero en SIDOR, algunas instalaciones ya habían iniciado operaciones desde inicios del segundo semestre de 1961. En efecto se encontraban operando el tren grande de la Fábrica de Tubos, la Trefilería, y los Hornos Eléctricos para fabricar arrabio y a principios del primer semestre de 1962 entraba en funcionamiento el tren devastador de 1.100 mm.
Algunos sostienen que el tren grande de la planta de tubos, hizo una demostración al entonces Presidente de la República, mucho antes de la finalización de su mandato, que ocurrió a principios de 1958.
Con la excepción de la Planta de Arrabio, que utilizaba mineral nacional, para este momento las otras instalaciones utilizaban materia prima importada.
A partir de 1963 se empiezan a consolidar las operaciones en SIDOR, con la puesta en marcha del resto de las instalaciones; el tren de laminación de 800 mm, para transformar lingotes en tochos y palanquillas y perfiles de hasta 200 mm de altura. Siguieron los trenes de laminación de 500 y 300 mm, para la fabricación de perfiles mayores de 80 mm y de cabillas y alambrón. Finalmente, entraron en operación los trenes medio y pequeño de la planta de tubos.
En 1989 se inició la apertura del mercado interno del acero que, hasta ese entonces, estaba protegido de las importaciones. Ante este nuevo escenario, la administración de SIDOR elaboró un Plan de Reconversión para adecuar a la empresa a esta nueva realidad.
Con la mira puesta en la rentabilidad, dicha estrategia constaba de 13 pasos u objetivos específicos. Uno de ellos era la reestructuración del parque industrial. "El redimensionamiento fue el único aspecto que se concretó", recuerda María Elena Posada, actual directora de Recursos Humanos de la Siderúrgica y quien en ese entonces ocupó el cargo de directora ejecutiva del Fondo de Protección al Empleo (FPE), una de las iniciativas para tratar la desincorporación inmediata de más de 3 mil trabajadores, consecuencia directa del cierre de siete plantas del complejo original, "que no estaban estructuralmente en condiciones de competir en el mercado".
De esta manera, la empresa junto a la Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y con el consenso del resto de los actores de la región y el país, desarrollaron la estrategia para que el proceso fuera lo menos traumático posible para los individuos cesanteados, sus familiares, y la población en general de Ciudad Guayana. "SIDOR se vio obligada a tener un resultado financiero positivo, tangible y concreto", recalca Posada.
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